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Lo que juraban antes los médicos

Extracto de La Inmaculada Concepción y las Universidades Españolas. Hernández Villaescusa.

(Hasta 1854 había mucho énfasis en la concepción inmaculada de la Santísima Virgen porque todavía no estaba definido como dogma. El tema del tiranicidio quizá estaba motivado por el poder que tienen los médicos de los gobernantes).

En la fórmula del juramento de la Universidad de Barcelona, según las Ordenaciones municipales de 1638, para el acto de matricularse o de recibir la investidura de los grados académicos, después de los juramentos acostumbrados, decían (versión del latín):

«Juro asimismo defender siempre, mientras viviere, que la, Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, fue concebida sin mancha de pecado original: así lo juro y prometo, y esto defenderé, así Dios me ayude y estos santos Evangelios.»

La fórmula del juramento del bachillerato para la Facultad de Medicina y Cirugía, según el Reglamento del año 1827, contiene también el mismo juramento:

«¿Juráis defender y proclamar que la Bienaventurada Virgen María, por los méritos de su Hijo purísimo, fue preservada del pecado original en el primer instante de su Concepción?―Juro.» (1)

(1) En esta misma fórmula seguían luego estos juramentos: «¿Juráis defender la suprema potestad del Rey y los derechos de la Corona?—Juro.—¿Juráis también no haber pertenecido ni pertenecer jamás en adelante a logia alguna o sociedad secreta de las reprobadas por la ley?——Juro.—¿Juráis afirmar, defender y enseñar que no es lícito a súbdito alguno el regicidio o tiranicidio, como definió no ser lícito el Concilio de Constanza en la sesión XV?——Juro.—Juráis no admitir el absurdo principio que asienta en el arbitrio del pueblo derribar y cambiar los gobiernos constituidos?—Juro,etc.»

En la fórmula del juramento para el grado de Licenciado en Medicina y Cirugía, según el mismo reglamento de 1827, se exigía ante todo la ratificación de los juramentos hechos al recibir el bachillerato y, por lo tanto, el juramento acerca de la Inmaculada Concepción:

«Sr. Presidente: pido que os dignéis conferirme el grado de Licenciado en Medicina.—De muy buen grado accederé a vuestra petición si ante todo prestáis los juramentos. (Mandábale poner la mano derecha sobre el libro de los Evangelios, y proseguía):

¿Confirmáis los juramentos que emitisteis al recibiros de Bachiller en Medicina y Cirugía?—Los confirmo.» (2)

Tal era el espíritu de las Universidades españolas: mover a la juventud estudiosa y obligarla con piadosísimo juramento a defender la Purísima Concepción de María Santísima.

(2) Seguían luego otros juramentos acerca de puntos especiales de la Facultad: «¿Juráis, además, por los santos Evangelios, acudir con todo cuidado y diligencia, con vuestros auxilios a los enfermos, pobres o ricos, que lo imploren, y ofrecer a los pobres los consuelos de vuestra dignísima profesión, sin retribución alguna?—Juro.—¿Juráis arrostrar cualquier peligro, aun de la peste y contagio, cuando lo exija la salud pública o particular?—Juro.—Juráis que cuidaréis con empeño de que los enfermos de gravedad dispongan a tiempo sus negocios, así espirituales como temporales?——Lo juro.—¿Juráis, asimismo… derramar el agua del Bautismo, en el artículo de la muerte, a los infantes, antes de nacer o recién nacidos?—Juro.——¿Juráis, por fin, guardar para siempre en el fondo de vuestra conciencia los secretos que exigen tal reserva?—Juro.——Si así como jurasteis lo hiciereis, Dios os lo premie, y si no, os lo demande, etc.»


Benditos médicos del seguro (en España) que recetan esto.

En España se puede comprar agua de mar en casi cualquier dietética (por ejemplo, esta), en farmacias (más cara), y en algunos supermercados como éste.

O en esta panadería ecológica que hace el pan con agua de mar y también la vende.

Rezar el Rosario (mejor en latín) es el último y único recurso que nos queda.
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