Diariamente recibimos influencias, sugestiones, por todos lados.
Pero se diferencian en su intensidad y la importancia de su objetivo:
no es lo mismo ver un anuncio en la calle de un nuevo detergente ("Pupín lava más blanco"),
que someternos a un retiro de meditaciones guiadas para hacernos "mejores personas". En este segundo caso, además de los potentes medios que se puedan usar, se está dañando la raíz de la persona (más adelante explico por qué es siempre dañino).
Las frases citadas (entre comillas) a continuación, son de este artículo del Vicepresidente de la Real Academia de Doctores de España.
"La palabra hipnotismo ha tenido una fuerte carga emocional" (en ambos sentidos, diría yo, y por ello algunos la evitan).
"«Hemos sustituido el termino hipnosis por el de sofrología y el de estados hipnóticos por estados sofrónicos..."
"Muchas veces, para evitar posibles resistencias al tratamiento, se presenta la terapia como no hipnótica, cuando en realidad lo es; y otras, para aumentar la expectativa del paciente y el impacto de la sugestión, se tipifica a ésta de hipnosis, aunque no lo sea."
A los términos citados en el artículo yo añadiría las "meditaciones guiadas", el "estado mental alfa", el "control mental", etc.
La hipnosis es una muy poderosa herramienta, por lo que como con cualquier cuchillo muy afilado, conviene usar con mucho cuidado (o no usarlo en absoluto), especialmente con los niños, pues "un niño es sugestionable en alto grado".
Quizá el riesgo del uso de la hipnosis es limitado cuando se usa en terapias con fines concretos, "pequeños" (deshabituar del tabaco, contra fobias, anestésicas,...) pero cuando se usa para aspectos más generales, profundos, de la persona, pues...
Y cuando ofrecen "mejorar la persona", ¿hacia qué modelo de persona dirige el tratamiento? Porque no todos estamos de acuerdo en el modelo ideal de persona, en lo que es el bien y el mal. Para un satanista el bien es una cosa y para un creyente, otra. Para unos es el dinero, la salud y la fama, y para otros es ser Hijo de Dios. Para unos el bien es librarse de un dolor, sufrimiento, vicio, y para otros el bien es abrazar con amor las cruces que Dios nos envía (que no quiere decir que no busquemos remedios razonables).
Estos tratamientos más generales prometen (y quizá entregan), cambios, poderes importantes, pero ¿a qué precio? ¿dónde está la novedad? En todos los tiempos los brujos han hecho eso: vender su alma por conseguir poderes.
No es un servidor sólo el que afirma que estos son tratos con el Demonio: también Ramón y Cajal que estudió la hipnosis, que él llamaba "fenómenos de sugestión y sonambulismo artificial". Y decía: “Sólo se me resistieron tenazmente esos fenómenos extraordinarios confinantes con el espiritismo, a saber: la visión a través de cuerpos opacos, la transposición sensorial, la sugestión mental, la telepatía, etc.” Fuente este artículo en ABC. (Y no es que Ramón y Cajal fuera creyente, sino que algunos dicen todo lo contrario: masón).
El Dr. Franz Völgyesi, en su obra "El alma lo es todo", narra el caso trágico de una mujer que perdió la vida en hipnosis (Ella Salamon von Alap, finales del s. XIX), y las leyes húngaras "como en otros países cultos", prescribían que "sólo los médicos, y, a ser posible, en presencia de tercera persona, tienen autorización para hipnotizar, y sólo con miras terapéuticas". En dicho libro (págs. 333 y ss.) narra cómo él mismo estuvo a punto de producir dos desenlaces fatales en sus pacientes.
"en la hipnosis, superada la gran resistencia previa (...), no encontraremos otra resistencia que la estructura moral del sujeto."
¿Qué estructura moral tiene un niño? Ninguna. ¿Y los adultos? Que cada uno se responda.
Todos estos tratamientos radicales de la persona son un timo:
porque a cambio de un bien que sólo nos dura unos pocos años, podemos perder la vida eterna del cielo.
porque los poderes que nos proporcionan no son nada comparados con los dones del espíritu santo.
Benditas monjas que sufren persecución en España (junio 2024) por seguir a Dios. |
En España se puede comprar agua de mar en casi cualquier dietética (por ejemplo, esta), en farmacias (más cara), y en algunos supermercados como éste. O en esta panadería ecológica que hace el pan con agua de mar y también la vende. |
Rezar el Rosario (mejor en latín) es el último y único recurso que nos queda.
Copyright, aviso legal y ciberseguridad