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Cómo miramos los creyentes a los demás

Cuando vemos por primera vez a alguien siempre la clasificamos rápidamente en función de las circunstancias:

Aparte de los detalles en que podamos fijarnos en este segundo caso y la reacción que pueda despertarnos, vamos a hablar aquí de la actitud "base" hacia los demás, algo parecido al "pensamiento base" que hablamos en otro artículo.

Tratamos según apreciamos

Tratamos con más cuidado lo que apreciamos más. Una sortija de nuestra querida abuela la guardamos en una caja muy bella, bien protegida, bien conscientes de dónde la guardamos,... una piedra en medio de la calle la apartamos con el pie y no nos acordamos de ella.

No tratamos igual a alguien que consideramos "ciudadano", "cliente", "persona", "usuario", "sujeto", que a alguien que consideramos un alma que puede ser "Hijo de Dios", que puede alcanzar el cielo o no (quizá con nuestra ayuda o daño).

Por ello, los creyentes tratamos a los demás con el máximo aprecio.

Y viceversa:

Quien es incapaz de ver en los demás (y en sí mismo) lo más valioso que tienen sólo podrá ayudarles en temas secundarios (podrá hacerles una buena reparación de su auto, pero no podrá educar bien a sus hijos).

Los no creyentes no pueden ayudar a los demás en su negocio más importante (alcanzar el cielo en la mejor posición posible).

Botella medio vacía o medio llena

Es decir, los creyentes vemos a todos como una botella medio llena. La parte llena es la valiosa: que son un alma que puede llegar al cielo. La parte vacía es su parte sin valor, sus defectos, que todos tenemos (malas tendencias reatos del pecado original).

En base a ello, todos los defectos (y cualidades) del otro son cosas secundarias, y por ello nos es más fácil tratarle correctamente, porque cuidamos sobre todo lo importante: su alma, para no incitarle a tentaciones y ayudarle a avanzar en la virtud. No sobrevaloramos sus cualidades por lo que nos pueden interesar ni sus usamos defectos para descalificarle (porque estén equivocados en algo o pequen en algo no quiere decir que el resto de cosas que digan no sean verdad).

En cambio, los no creyentes ven a los demás como una botella medio vacía. Mirando sobre todo sus defectos, lo vacío, sin valor, lo molesto de su relación, lo que frena sus deseos. Esto es así porque viven presas del reato del pecado original, no se abren a la ayuda de Dios para librarse de esa herencia que les hace mirar erróneamente.

O ven una cualidad pero sólo en cuanto les interesa (su servicio profesional o lo que vende) pero mirando todo lo demás como algo negativo, molesto (el precio, etc.) o sin interés (su persona).

O ven una cualidad que les deslumbra más o menos temporalmente, y acaban en los comportamientos anteriores.


En España, desde el cambio de régimen político en 1975 está creciendo un movimiento político (municipalistas.es) independiente de los grandes partidos, sin ideología, y que coordina pequeños partidos de todas las ideologías. En la Comunidad Valenciana ya tienen el 30% de votos. Quieren que los ayuntamientos reciban el dinero que en justicia les corresponde. En este movimiento no sólo hay gente de izquierda y derecha, sino que entre sus votantes hay desde asesinos, traficantes de droga, pervertidores de niños,... hasta la gente peor: los que tienen un poco de odio a su vecino (I Juan 3,15). Todos unidos para conseguir ese objetivo.

En España se puede comprar agua de mar en casi cualquier dietética (por ejemplo, esta), en farmacias (más cara), y en algunos supermercados como éste.

O en esta panadería ecológica que hace el pan con agua de mar y también la vende.

Rezar el Rosario (mejor en latín) es el último y único recurso que nos queda.
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