La batalla por el dominio del lenguaje es la primera.
Los anti-Dios intentan cambiar el sentido a las palabras (ver al final los ejemplos) y los creyentes intentan mantener su significado verdadero.
(El Diablo es el señor de la mentira).
La diferencia más importante es su actitud ante Dios.
Bando de los creyentes (con Franco al frente sólo a partir de 28/9/1936), en él lucharon los requetés.
Bando de los anti-Dios
Evidentemente, dado que el Demonio tienta a todos (creyentes incluidos), hubo alguna pequeña zona donde pelearon creyentes contra el bando creyente (fueron derrotados).
Fue una “cruzada” en defensa de Dios porque a los religiosos que estaban por fusilar les ofrecían dejarles libres si apostataban, si blasfemaban de Dios. Ser creyente era el motivo para matarles. Por tanto, era una guerra de unos a favor y otros en contra de Dios.
Además, destruyeron todo vestigio religioso que pudieron, aunque fueran obras de arte irreemplazables, o estampas o medallas de uso personal. Es decir, no sólo querían matar a toda persona con sentimiento religioso (curas o seglares), sino hasta las cosas que lo recordaran. Esto es odio a Dios, no a los curas, como dicen los que mienten.
A Dios gracias, un servidor tiene noticia de que algunos de los anti-Dios que (de jóvenes) quemaron iglesias acabaron, antes de su muerte muchos años después, abrazando a Dios, devolviendo figuras que habían robado de las iglesias, etc.
Como se explica más en el artículo sobre el Demonio, él inspira toda separación:
Destrucción (separación de las partes que componen algo): perdiendo la guerra quisieron destruir las infraestructuras principales de Barcelona (metro, centrales eléctricas, fábricas,...). El que nombraron responsable incumplió la orden y pago por ello después. Fuente: aquí).
Muerte (separación de la carne y de la sangre): perdiendo la guerra mataron a muchos presos (las “sacas”), especialmente en Paracuellos de Jarama: miles de presos asesinados de forma masiva.
Eliminación de la religión (separación del hombre de Dios): destrucción de todo edificio (templo, ermita, convento, seminario,...), persona (curas, religiosos, laicos creyentes), signos (cruces, estampas,...)
Secreto (separación de los hechos de su conocimiento público): Realizaban los asesinatos llevándose a la víctima a sitios despoblados, sin testigos: bosques, cunetas a las afueras de los pueblos, encarcelaban en prisiones no controladas por su gobierno (las “checas”).
Mentira (separación de la palabra de la verdad): diciendo a los detenidos y familiares que iban a trasladarlos a otro lugar (cuando realmente iban a trasladarlos a la vida eterna), realizando juicios sumarísimos o simples farsas, justificando lo injustificable (como si
Odio (separación entre la gente): antes de asesinar a algunos curas y religiosos les sometían a torturas e ignominias (cortar los testículos a los hombres, intentar violar a las mujeres,...)
Falsa justificación, excusas (separación del motivo verdadero de la verdad): Decían que todo lo anterior estaba justificado por X hechos anteriores. O atribución de la culpa a otro: “las atrocidades las cometieron muchedumbres de gente no organizada”, “la gente odiaba a la Iglesia”. O “fue en defensa propia”. O “la Iglesia era cómplice del alzamiento”. O intentaron demostrar que los curas luchaban junto a los militares creyentes o “disparaban desde los campanarios”. Justificaciones tan válidas como “le maté porque me insultó”.
En la guerra de la Vendée, a finales del s.XVIII en Francia, otros anti-Dios usaron los mismos métodos pero en mayor grado: allí arrasaron con todo y todos (viejos, mujeres, niños, ganado, edificios, cosechas) de esa región de Francia.
Seguro que las hubo.
El bombardeo de Barcelona produjo 1.000 víctimas civiles y arrojó 44 toneladas de bombas. Aunque cada persona es importante, compárese con los 4.000 toneladas de bombas arrojadas en tres días sobre Dresde, o Colonia con 35.000 toneladas de bombas durante 250 bombardeos, por no hablar de Nagasaki, Hiroshima.
Sobre el bombardeo de Barcelona, La Vanguardia 24/3/1938, pág. 1:
«L'Osservatore Romano» confirma la intervención del Vaticano contra los bombardeos de poblaciones civiles. Ciudad del Vaticano. — El órgano de la Santa Sede, «L'Osservatore Romano», publica una información confirmando que el Papa ha intervenido directamente cerca de Franco para que sean atenuados en lo posible los horrores de la guerra, y especialmente para que se suprima la práctica de bombardeos contra las ciudades abiertas y las poblaciones civiles de la España republicana. Dicho periódico recuerda que la Santa Sede ha lamentado siempre las violencias, y en todo momento ha hecho obra de persuasión y moderación, a fin de atenuar en todo lo posible las dolorosas consecuencias de la guerra, recuerda igualmente que la Santa Sede intervino varias veces para salvar a personas o rehenes en el transcurso de la guerra civil española.
Como reacción a ese bombardeo, el secretario de Estado estadounidense, Cordell Hull, escribe oficialmente que “cuando la pérdida de vidas humanas entre la población civil no combatiente es quizás mayor que nunca lo haya sido en la historia, creo que estoy hablando en nombre de todo el pueblo norteamericano cuando expreso un sentimiento de horror por todo lo sucedido en Barcelona...”.
Fuente: hemeroteca.lavanguardia.com
Pocos años después ellos fueron los artífices de horrores mucho más grandes en Dresde, Colonia, Hiroshima, Nagasaki,...
La Iglesia tardó un año en respaldar plenamente a Franco porque:
No conocían sus intenciones. No hay ninguna prueba de ello y sí de lo contrario: una frase de Franco durante el inicio de la guerra que podía ser malinterpretada y que aclaró en seguida.
Ni mucho menos participaron en ella, ni preparándola, ni durante la misma. Lo único que hicieron algunos curas y religiosos fue huir o esconderse.
No era evidente que estuviera justificada una guerra, que los daños no fueran mayores que el mal que pretendía evitar (que es una de las condiciones que pone la Iglesia para alzarse en armas).
Además quizá nadie esperaba que el alzamiento se convertiría en una guerra de 3 años, sino que se resolvería rápidamente, como muchos otros anteriores de los siglos XIX y XX.
Rojo: Apelativo con el que el bando creyente llamaba a los anti-Dios. Quizá porque al Demonio le gusta separar todo, también la carne de la sangre (matar), y entonces aparece el color rojo.
Nacional: tan nacional español era un bando como el otro. Los anti-Dios se lo asignan actualmente al bando de los creyentes porque ellos también quieren acabar con que la gente se organice en naciones.
Republicano: los anti-Dios decían defender “la república”, pero igualmente los alzados en armas usaban la bandera republicana, es decir, parece que ellos no pretendían acabar con la república tanto como con el des-gobierno que permitía asesinatos e incendios de iglesias y conventos. Y lo fue mucho más cuando al iniciarse la guerra los gobernantes de los anti-Dios entregaron las armas a los partidos políticos del “Frente Popular”, que no las usaron para imponer la ley, sino para sembrar más terror en su mismo bando.
Comunistas, socialistas: ni los primeros buscan el bien común, ni los segundos bien social, sino la instauración de la "dictadura del proletariado", que no es más que la tiranía de unos pocos que sirven al demonio (lo que hay ahora en todos lados).
Rebelde: los anti-Dios decían que el alzamiento fue una rebelión. Rebelión es un levantamiento contra los “poderes del estado”, contra el “orden público”, pero es que entonces los que mandaban ni usaban los “poderes del estado” ni con ellos defendían el “orden público”. Mucho menos durante la guerra, durante la que todavía en 1938 los observadores externos recomendaban unidad en el bando anti-Dios para ganar la guerra (*).
Comunistas, anarquistas, socialistas: El Diablo nos ofrece diferentes malas opciones para que cada uno elija la que menos le repugne. Los tres partidos son diferentes caminos para llegar al mismo sitio: el imperio del mal. Evidentemente, el nuevo militante, como el masón aprendiz, no sabe para quien trabaja.
“Un día le preguntábamos a un ilustre escritor norteamericano que nos visitaba: ¿Cuál cree usted que debe ser nuestra fórmula para conseguir la victoria? —Lograr—-nos contestó — la unidad compacta y, mientras más simple mejor, de todos los elementos nacionales.”
En 1938 todavía estaban divididos los anti-Dios. Además, en vez de reconocer la guerra perdida (pues Franco les bombardeaba a voluntad y ya estaba cruzando el Ebro, como señala otra noticia en la misma página), destruyeron y asesinaron hasta el último día que salieron huyendo por la frontera hacia Francia. (Matando, por ejemplo, al obispo Polanco a pocos kilómetros de la frontera).
Fuente: La Vanguardia de 24/3/1938 página 1.
Este artículo no pretende ser una exposición equitativa de las atrocidades ocurridas en ambos bandos, pues es discutible el criterio en que basar la equidad: ¿dedicar la misma extensión de texto?¿extensión en base al número cuantitativo de muertos? etc. Por ello aquí se ha optado sólo por recordar los hechos más callados o tergiversados por la historia que escriben los que mandan.
La veracidad de lo escrito se basa en que son afirmaciones publicadas por gente del bando anti-Dios: políticos, periodistas y verdugos de los mártires:
Algunas están recogidas en hemerotecas consultables por internet.
Otras sólo a través de publicaciones al alcance de los investigadores o como reseñas de las mismas en libros de divulgación.
En cualquier caso, el que busque la verdad la encontrará sin mucho esfuerzo.
Hay este artículo en otra web donde aporta abundantes citas sobre el tema. Las intervenciones de los políticos de siniestra (no de derechas) en las Cortes están muy silenciadas por la política actual, dominada por la mentira, donde todos son buenísimos. Entonces decían abiertamente las mayores barbaridades, no mentían como hacen ahora.
En el aspecto religioso esa web yerra al reconocer como sacerdotes a muchos que no lo son (ninguno de la FSSPX y casi todos del resto).
Hispania Martyr es una asociación dedicada a recolectar, mantener y difundir toda la documentación sobre la gente martirizada en España en el s. XX (sobre todo durante la guerra del 36).
Mons. Irurita (arzobispo de Barcelona), en el pŕologo de un libro publicado en 1934, decía:
"Declarada en España una guerra satánica contra Cristo y su Iglesia, llega a nuestras manos este libro como un arma defensiva y ofensiva, bien templada, para contrarrestar los golpes de la impiedad, que tienden a arrancar de cuajo, si fuera posible, la fe católica de nuestro pueblo."
De esta guerra, lo que él no sabía cuando escribió esto, es que él iba a ser uno de sus mártires, y las armas de la Iglesia, la verdad.
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