Para vivir bien, por lo explicado en este otro artículo (Hamer y el agua de mar), no sólo nos conviene entender correctamente las enfermedades (conocer lo que nos explica Hamer), sino tener un enfoque general correcto de nuestra vida (que además es el más sencillo y eficiente).
Esto último creo que se describe bien con esta metáfora de un paraguas.
Hay dos formas de mantener un paraguas vertical, quieto, en equilibrio:
cogiéndolo con dos dedos por la punta y así dejando que su
propio peso lo ponga vertical.
empujando hacia arriba los extremos de las varillas.
Trabajando mucho (ahora empujando más de una varilla que ha quedado
baja, luego de otra,...) y con mal resultado, pues siempre está el
paraguas desequilibrado moviéndose. (Si cogemos el paraguas por el
mango hacemos la misma fuerza que empujando los extremos de las
varillas, trabajamos lo mismo pero desde distinto sitio).
La primera opción corresponde a quien pone a Dios como centro de su vida (no sólo de palabra), la segunda corresponde a quien busca mantener el equilibrio en su vida a través de "trucos", de saber de muchas cosas pero no de las más importantes.
En el aspecto corporal, matener el equilibrio en todas las circunstancias cambiantes de la vida (ambientales -frío, calor,...-, de relación -peleas-, sociales -desempleo-,...) es mantener la salud.
Tanto el equilibrio del cuerpo como del alma son requisitos para actuar mucho y bien. Si estamos enfermos, poca cosa podemos hacer. Si estamos sanos pero nos alteramos con facilidad, tampoco haremos mucho ni bien, pues malgastamos nuestro tiempo y energía y la de los demás.
El paraguas es nuestro cuerpo y alma. Mantener el cuerpo en equilibrio (sano) nos ayuda a mantener el alma en equilibrio, pero puede no ser suficiente.
Los dos dedos con los que soportamos el paraguas son las dos respuestas a las dos preguntas fundamentales: quienes somos y qué hacemos aquí (somos Hijos de Dios si bautizados y estamos en gracia y estamos aquí para dar gloria a Dios).
De nada nos sirve tener un cuerpo sano y una vida sin dificultades si no sabemos a qué dedicarla, o la dedicamos a algo equivocado, como el que toma (sin saberlo) a un ladrón por compañero de viaje.
Estas dos verdades son la base de nuestra buena vida:
nos sirven para mantener el equilibrio en todas las dificultades inevitables de la vida
nos sirven para decidir qué hacer con el equilibrio anterior.
Esas dos verdades son las más importantes. A Santa Bernadette (la vidente de Lourdes), que vio la virgen con 13 años pero todavía era analfabeta y no podía estudiar la doctrina religiosa, le dejaron hacer la primera comunión porque al menos sabía esas dos verdades.
Si no conocemos esas dos verdades, por mucho dinero, salud, fama, que tengamos no nos harán felices: "con este nuevo libro, auto, trabajo, cursillo, terapia,... si que por fin seré feliz" (pues no, siempre "falta algo", porque estamos hechos para lo infinito (*) y sólo esas dos verdades nos "conectan" con él) (**).
(*) "Nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no repose en Ti". Confesiones de San Agustín, I, 1, 1.
(**) Además de conocer esas verdades hemos de ponerlas en práctica ("la fe sin obras es una fe muerta" Santiago, 2,24).
Benditas monjas que sufren persecución en España (junio 2024) por seguir a Dios. |
En España se puede comprar agua de mar en casi cualquier dietética (por ejemplo, esta), en farmacias (más cara), y en algunos supermercados como éste. O en esta panadería ecológica que hace el pan con agua de mar y también la vende. |
Rezar el Rosario (mejor en latín) es el último y único recurso que nos queda.
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