Apartados:
Evitar ir a urgencias
Pudiendo administrar agua de mar al enfermo, nunca es demasiado tarde para salvarle. No hay enfermo desahuciado si tenemos agua de mar. (apartado Administrar agua de mar)
Informarnos sobre los descubrimientos del Dr. Hamer, aunque no es el mejor momento para aprender a nadar cuando el barco se está hundiendo.
No perjudicar al enfermo con la medicación más de lo imprescindible (apartado Reducir o eliminar la medicación excesiva)
"Alta voluntaria" o "alta al domicilio del paciente", cuando comprendemos y controlamos la situación del enfermo (ver el documento Alta voluntaria)
“Ir a urgencias es entrar en un laberinto peligrosísimo, casi el laberinto más peligroso del sistema sanitario.” (Fuente: Dr. Juan Gérvas )
Todo medicamento tiene sus efectos perjudiciales y el enfermo ya tiene suficiente trabajo en recuperarse de su dolencia principal como además cargarle con reparar los efectos perjudiciales de algo no imprescindible. Además, todo nos altera psicológicamente (no tenemos el mismo estado mental después de tomar azúcar, medicamentos o ron -que por eso repartían en las guerras antes de la batalla).
Los efectos secundarios de medicamentos habituales (no en hospitales) se explican en este otro artículo.
El suero convencional no es algo inocuo, inofensivo, sin perjuicio. Frecuentemente es ácido, lo que provoca un desgaste al cuerpo para compensar esta acidez. (ver el artículo más explicativo) (en términos médicos: el cuerpo se desgasta para mantener la "homeostasis").
Hay un abuso generalizado en el uso de calmantes y morfina. El personal sanitario muestra interés en que los enfermos los tomen: insisten cuando el paciente o allegados se resisten a ello.
Se administran por "prevención", o quizá porque "lo indica el protocolo", porque "está pautado".
Si no le duele nada al enfermo, ¿para qué administrárselos? Si tiene dolor, ¿se le ha preguntado al paciente si los desea? Quizá prefiera aguantar el dolor y no tomarlos (porque todo medicamento tiene sus efectos secundarios).
Teóricamente la morfina debe ser el último remedio contra dolores insoportables. En la práctica quizá se administra como los calmantes. Provoca parálisis intestinal, con lo que el paciente deja de asimilar los alimentos por el intestino. Muere por desnutrición. Conviene que saboree los alimentos al máximo en la boca. La morfina es lo más importante a evitar.
Disminuye / interrumpe la recuperación. (El Dr. Hamer sólo la recomienda cuando se necesita reducir la intensidad de una recuperación, para hacerla soportable al enfermo). Excita al enfermo y le provoca una vitalidad efímera, como el campesino que en época de hambruna se da un banquete comiéndose las semillas que debía sembrar.
Es otro de los medicamentos que se suele usar bastante rutinariamente “para prevenir la formación de coágulos en la sangre”. Dado que los que dicen esto desconocen la causa verdadera por qué se producen, es inútil y perjudicial.
Podemos solicitarlo al médico que visita periódicamente al enfermo o, si no queremos esperar, en cualquier momento del día o de la noche podemos pedir al "médico de guardia" que ordene a las enfermeras la retirada de lo anterior.
En estos casos hay que administrarle sin dudar el máximo (litros) de agua de mar (isotónica) al enfermo, por vía anal o intravenosa. Ver todo lo explicado en el libro "Beber agua de mar", especialmente en los apartados "Casos terminales o de emergencia" y en "¿Cómo tomarla?".
Dado que el agua de mar actualmente no está reconocida como medicamento, sino sólo como "complemento alimenticio", no es legal inyectarla como cualquier suero (en la Unión Europea).
Hay dos posibilidades:
1. Enfermos que de verdad NO se están muriendo
Hay veces que los médicos declaran desahuciado a un enfermo simplemente por su desconocimiento del funcionamiento del cuerpo, y realmente no está cercano a la muerte (por ejemplo, al encontrarle un cáncer que consideran que es tarde de tratar). Haciendo todo lo dicho aquí, se recuperará.
2. Enfermos que SÍ se están muriendo
Los beneficios para el enfermo pueden ser inmensos. Nunca se está demasiado tarde para inyectar agua de mar al enfermo. Siempre hay que pedírselo a los médicos. En casos verdaderamente terminales no hay justificación médica para no administrar agua de mar al enfermo.
Argumentos para explicar a los médicos:
El agua de mar estuvo en el Vademécum francés hasta 1980. Esos tiempos ya no eran tiempos de brujerías y hechizos, la ciencia había hecho aviones supersónicos y se habían hecho trasplantes de corazón.
Si ellos no conocen cómo recuperar al paciente, ¿por qué no dejan que se use otro remedio? Bastará ver la reacción del enfermo a las primeras gotas de agua de mar isotónica que reciba)
Hay casos públicos de uso de métodos médicos no legalizados, como el narrado en lavanguardia medicina con sanguijuelas, donde explica cómo usaron sanguijuelas en un tratamiento:
-- El doctor Mario Mateos, médico cirujano y familiarizado con estos animales, recuerda que introducirlos en su momento en las técnicas médicas del centro fue toda una odisea. “Nos encontramos con la necesidad de aplicar sanguijuelas para salvar un colgajo microquirúrgico. La dirección de entonces del hospital era muy reacia a ello, nos puso muchas trabas por el desconocimiento que suponía y exigía informes para su justificación. No disponíamos de tiempo, así que el médico responsable antepuso los intereses del paciente a la burocracia del centro, siempre con el consentimiento del propio afectado y de sus familiares. Afortunadamente prevaleció la profesionalidad y el criterio médico al papeleo” --
(En el capítulo veterinario del libro "Beber agua de mar" se cuenta el caso de una perra moribunda salvada con inyecciones de agua de mar, y en el capítulo sobre Nicaragua se cuenta el caso de una niña pequeña también a punto de morir)
La Iglesia (la de siempre, la de antes de 1958, no la que aparenta serlo actualmente), condena la cremación, hay que enterrar a los muertos.
El aspecto religioso sobre la donación de órganos excede el ámbito de esta web, pero conviene recordar que en algunos países se considera que todos son donantes excepto que la familia o el fallecido diga lo contrario.
Conviene recordar que:
Hamer explica en qué casos puede producirse una muerte aparente (que no es tal). Por ejemplo en las embolias pulmonares.
Aunque parezca sorprendente, no está claro cuándo alguien ha muerto: Habitualmente se considera muerto el que no respira y no se le percibe pulso pero:
No siempre se hace un electroencefalograma para confirmar la muerte cerebral.
Puede hacer pulso muy espaciado y débil. Hay muchos casos de gente que despierta en la morgue, como se comenta aquí, después de pasar horas sin riego sanguíneo en el cerebro y sin daño cerebral aparente.
Puede haber interés por realizar un trasplante que lleve a quitar los órganos del donante antes de dejar que pase un tiempo prudencial para asegurar su muerte. Y no siempre se informa a la familia de los trasplantes, como el caso de una familia (en Vilafranca del Penedés, España, 2015) que perdió a su joven hija en una operación que se preveía como rutinaria y sin importancia. En la investigación judicial posterior descubrieron que al cadáver le faltaban órganos.
Un hospital, por sus características inevitables, es como una fábrica, y no es posible dedicar mucho tiempo a cada enfermo. Y al personal se le paga por lo que hace, para que haga. No cobra más cuanto mejor sea el resultado. Por ello, el personal tiende a hacer cosas, más que a dar explicaciones o compartir con el enfermo los diferentes tratamientos posibles.
Esto, unido a que frecuentemente el enfermo sólo está interesado en el resultado (“vengo a que me curen”), y equivocadamente no se interesa por los medios que se van a usar (ni los posibles daños futuros), produce finalmente que el médico tome él solo las decisiones (y luego el paciente se queje de lo que no quiso conocer).
Para llegar a entendernos entre médicos y enfermos cada parte debemos aceptar nuestra responsabilidad y sus trabajos (con dinero no se compra todo: “yo pago para que me curen”).
Como sanitarios debemos dar una explicación clara de lo que hacemos al enfermo, y así, debemos:
evitar hablar a los enfermos con un lenguaje que sólo entendemos nosotros, y así, llamar “tratamiento de confort” a tratamientos que dejan inconsciente al enfermo y que pueden incluir el uso de morfina (ver lo dicho arriba sobre ella).
evitar usar incorrectamente las palabras, y llamar "hacer una prueba" a "instalar una vía central".
cuidar de no cometer errores graves, por ejemplo, presionar al enfermo hacia una decisión o explicarle sólo los beneficios y callar los riesgos (“por falta de tiempo”).
Para mejorar una situación lo mejor es hacerlo tirando todos en la misma dirección (médicos, familia, enfermo, amistades).
Para ello debemos:
compartir el máximo de información de cómo / dónde está el enfermo (su diagnóstico, mejor en papel para poderlo compartir con menos malentendidos)
conocer y entender los tratamientos (y medicación) que recibe. Esto no es evidente de conseguir pues:
- el hospital sólo suele proporcionar estas informaciones al final de la estancia.
- cuando pasa el médico responsable a visitar al enfermo, puede no estar presente el familiar más allegado (responsable junto con el enfermo)
- el familiar más allegado no suele estar las 24 horas, es ayudado por otros familiares que pueden no transmitirle bien los tratamientos que ha recibido el enfermo en su ausencia
estar unidos en la dirección que debe ir el enfermo
En las situaciones difíciles, donde se exige más de cada uno, es cuando aparecen las limitaciones de cada uno, las diferencias, las desavenencias que dificultan caminar juntos. Cuanto más unidos estemos antes de entrar al hospital, mejor.
A menudo el enfermo que va al hospital es un enfermo que está en la fase de curación de su enfermedad (en términos de Hamer, está en vagotonía).
En esa fase el estado mental del enfermo es de paz, de calma, de bienestar, aunque su cuerpo presente síntomas que sean aparatosos.
Esto le lleva a luchar menos de lo que debiera. Es misión de la familia (que normalmente está en un estado opuesto, de excitación de estrés, de preocupación, de "simpaticotonía") equilibrar la situación.
Los miembros más allegados son los que más estrés y cansancio llevarán, por lo que es importante el apoyo de los miembros de la familia menos allegados, que pueden aligerar el cansancio de los allegados y/o facilitarles la información que éstos no están en condiciones de recabar.
Todos tenemos nuestras rutinas (un hospital también), y por tanto, cualquier cambio en el tratamiento es un esfuerzo adicional que solicitamos a sus trabajadores. Tenemos que hacer énfasis en él para asegurarnos que se realiza y que es cumplido por todos los trabajadores que atienden al enfermo.
Entender y agradecer los servicios hospitalarios que habrán hecho con la mejor intención.
Visto lo expuesto anteriormente es un grave error firmar un testamento vital como el modelo que se propone en España ( wikipedia Testamento_vital ).
El protocolo médico son las normas que siguen médicos y enfermeras.
Son una ayuda para el personal médico, pues les dicen qué tienen que hacer a cada enfermo teniendo en cuenta los mejores mejores conocimientos del momento.
Como las señales de tráfico, que son ayudas a los conductores indicándoles a qué velocidad máxima deben tomar una curva.
Son sólo orientativos (como se explica aquí), pero en la práctica el personal sanitario se resiste bastante a salirse del protocolo, pues les sirve como eximente de responsabilidad en caso de litigio. ("Yo apliqué el protocolo", le dirán al juez).
Teóricamente el protocolo recoge los mejores conocimientos, pero ello evidentemente puede no ser así. (No lo es si consideramos cierto en enfoque médico de Hamer).
El médico que se sale del protocolo puede acabar inhabilitado por el colegio de médicos o en la cárcel, aunque haya ayudado a curarse a sus pacientes.
Estas instituciones (justicia, colegios profesionales) pueden castigar conductas verdaderamente perjudiciales y pueden también equivocarse o actuar con maldad.
Si le extraen alguna parte del cuerpo (un riñón, la vesícula, la tiroides, o un diente,...), pida que se lo entreguen, que no se quede en el hospital.
Todas las culturas tradicionales creen que "hay algo después de la muerte". Es ingenuo creer que ese "algo" va a ser igual para un traidor que para una santa. Conviene, por ello, trabajar toda la vida para que ese "después" sea lo mejor posible. La cercanía de la muerte no es el momento en el cual solemos estar más serenos y tranquilos, pero hasta la muerte tenemos tiempo de arrepentirnos de nuestros errores, en particular del más importante: si hemos dejado de lado a Dios en nuestra vida. (ver "Cómo prepararnos bien para la muerte").
Pecamos gravemente si no decimos la verdad de su situación a los enfermos graves.
"Pero mucho más pernicioso es el lenguaje de aquellos amigos, cercanos y parientes, con el cual algunas veces lisonjean a los que muy gravemente enfermos, están ya en los últimos alientos, asegurándoles que no hay peligro ninguno de muerte, que se alegren, y se animen. Con esto les apartan de la confesión de sus pecados como de un pensamiento triste, y así alejan de su espíritu todo cuidado y solicitud por los peligros que les amenazan y que en gran manera les cercan."
Lo primero que tenemos que hacer al iniciar y acabar cualquier acción es rezar. Igualmente en un hospital, aunque la dolencia que nos haya llevado a él sea banal. (Lo mejor es llegar a rezar siempre, de día y durmiendo, tal como explica este libro tradicional ruso).
En esta página se comentan hechos que ocurren en hospitales. Dado que en el mundo (desde donde puede leerse esta página), hay mucha diversidad, aquí se usan expresiones ambiguas. En cada país se cumplirá más o menos lo dicho aquí).
En algún apartado se ha utilizado el “nosotros como sanitarios”. El autor de este escrito (y del libro “Beber agua de mar”) no es un profesional sanitario. Esa forma de expresarse es puro recurso estilístico, literario.
Benditas monjas que sufren persecución en España (junio 2024) por seguir a Dios. |
En España se puede comprar agua de mar en casi cualquier dietética (por ejemplo, esta), en farmacias (más cara), y en algunos supermercados como éste. O en esta panadería ecológica que hace el pan con agua de mar y también la vende. |
Rezar el Rosario (mejor en latín) es el último y único recurso que nos queda.
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